A veces, la caída merece la pena si nos ayuda a despertar de una mala pesadilla. Y eso es el miedo a veces: un sueño que no nos deja ver más allá de la noche y nos olvidamos de vivir como deberíamos, siempre a oscuras, cegados por todo lo que podría pasar si por una vez nos arriesgamos.
Y digo yo… ¿Qué es lo peor que podría ocurrir si te enfrentas a ti mismo? Nada es peor que seguir callando en la cueva, viviendo de las sombras que dejen pasar otros. Sal de ahí, abre los ojos. Disfruta de tu vida y no tengas miedo a lo que piensen otros. Sangra las heridas que te deje la vida y deja bien a la vista todas las cicatrices de tus victorias pasadas.
¡Vive! Es así de sencillo aunque no quieras verlo. No pasa nada por arriesgarte con tus ideas, por muy locas que sean. La vida pasa en un suspiro y no puedes perder ni un solo segundo más encerrado en ti mismo por culpa de unos miedos que no se merecen tener tanto poder sobre ti.
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